Nunca se puede abandonar una competencia de esta magnitud sin tristeza, frustración o decepción. Es muy difícil asumir que esto ya no nos pertenece. Las palabras las pronunció cuando Chile se quedó afuera del Mundial Sudáfrica 2010, pero sirven para demostrar cómo es de complejo y de frontal Marcelo Bielsa. Un tipo que vive, juega y habla de la misma manera, generosa y tajante, defendiendo un sistema apoyado en ideas, y cosechando por ello admiradores y detractores. Como seleccionador argentino logró dos proezas: que un equipo mayor fuera eliminado en primera ronda de un Mundial y ganar un oro olímpico. Luego llevó a Chile a Sudáfrica y consiguió para la roja la mejor performance en décadas.
Desde anécdotas de la infancia hasta la actualidad, pasando por sus exitosas campañas en Newell´s y Vélez, sus maratones por la Argentina en busca de jugadores, su tensión permanente con los poderes que rigen el fútbol y su sinfonía agridulce al frente de la Selección argentina, el que aparece, siempre, es ese mismo loco Bielsa que tiene al respeto como mandamiento y el amor a la tarea como principio.