Pero, aunque en sentido general todo el mundo aceptaba la explicación gubernamental que decía sucintamente que esta nueva enfermedad era el producto de la mutación del mosquito Aedes Aegypti pero sin entrar en ningún tipo de referencia técnica. Por lo mismo no faltaban los que especulaban que, detrás de estas nuevas enfermedades había algo siniestro atribuido a todos los demonios modernos con quienes estábamos obligados a convivir.
Deben ser los malditos celulares del demonio, todos estos cánceres, y toda esta raquiña y cuanta vaina nueva está apareciendo debe tener que ver con las computadoras y tantas novelerías que la gente se vive inventado. Escuchábamos a algunos profetas solitarios que se aventuraban a expresar su parecer a riesgo de ser tomados por paranoicos. Pero también había otros que si bien no podían ser sindicados como locos, hay que admitir que llevaban sus acciones e intereses a niveles rayanos en la locura.

No sé si haciéndose eco de la vox populi, o quizá sería algo que le surgió de su propia escasa inspiración, lo cierto es que un día en el que al parecer no tenía ninguna buena cosa de la cuál hablar Nicasio Mendaz planteó el tema del enemigo, y entre muchas preguntas retoricas le decía a las autoridades a ver si lo escuchaban, porque, hay que admitirlo, su programa, transmitido por uno de esos canales pequeños cuyas frecuencias fueron concedidas en el fragor de campañas electorales donde se ofrecía de todo a todo el mundo con tal de retener el poder, estos programitas estaban diseñados para ser sintonizados por familiares condescendientes, amantes de camerino, amigos de tragos y de partido, uno que otro empresario aventurero que querría asegurarse que su publicidad fuera televisada y unos pocos detractores, pero no más.