A Carla le gusta su vida rutinaria y tranquila, donde las leyes se cumplen y existe la recompensa. Se levanta por las mañanas a correr, se ducha, desayuna ligero con el fin de no alterar su colon irritable y baja al metro a la misma hora para meterse en el mismo vagón de siempre. Esto último puede sonar enfermizo, y en cierta manera lo es. Lo es porque lo hace para ver a la chica del metro, una joven de la que no sabe nada pero que le gusta mucho.
Pero justo cuando Carla se decide a llevar a cabo uno de sus planes para acercarse y hablar con la chica del metro, le detectan cáncer de colon y su vida cambia para siempre.
Adiós a correr por las mañanas, adiós a la carrera, adiós a su preciosa melena negra.
¿Adiós a la chica del metro?