Los momentos en que Dios es música está narrado en primera persona por una joven de diecisiete años que vive en la provincia de Turín en la década de los ochenta.
Su vida viaja por dos vías. Por una parte, está la rutina de una familia rota, con una madre abandonada y una hermana que parece una extraña; trabajan mucho para saldar deudas y pagar a los usureros, perdidas en la niebla de la llanura rural y esclavas de una tienda de comestibles que les proporciona lo mínimo indispensable. Por otra parte, están su sueño de ser bailarina y de llevar una vida diferente y su trayecto diario en tren hasta Turín, donde estudia y da sus primeros pasos hacia una carrera difícil y efímera.
En su historia están presentes los amigos con quienes comparte su viaje cotidiano, las personas con las que sueña con triunfar y otras con las que teje relaciones solo en parte sentimentales. Lo que cuenta son la música y la transformación que experimenta sobre el escenario. La audición para su primer espectáculo importante, la fatiga de los ensayos y la magia del debut son instantes de su vida que ella fotografía con esmero.
Los capítulos no tienen título, solo números que buscan subrayar «la instantánea» de cada momento pasado en esta aventura. Muchas polaroid que retratan un mundo en el que la protagonista tiene que vivir su adolescencia y que componen su sueño en un momento en el que la vida le permite por lo menos intentar que este se haga realidad.
Una banda sonora acompaña su aventura, veinte canciones que transportan a aquellos años.