Sergio Pitol ha dicho de esta obra, de infrecuente temática: “La lectura de este libro y el efecto que en la autora ha causado el pensamiento budista, me interesó mucho más de lo que hubiera sospechado. Veo a Luz Fernández de Alba salir a las calles de Katmandú o de Lhasa, la misteriosa, sólo para sentir el ritmo de las muchedumbres y sus ademanes, al azar, sin guía ni planos, sin saber más que dos o tres palabras del idioma”. Es también un viaje bidimensional: por un lado, el geográfico, físico y cultural; y por otro, el que conduce a lo interior humano y a su conexión con el Cosmos.