Nueva obra de la autora de DESEADA, ebook bestseller en erótica.Advertencia: "Pillada in fraganti: La detective" tiene un alto contenido de escenas de sexo, de voyeurismo y de dominación.
"Pillada in fraganti: La detective" tiene una extensión de 13.700 palabras y es la primera de una serie de cuatro ebooks: La detective, La clienta, El asesino, La venganza. A la venta también en un único volumen.
Sinopsis:
Malena trabaja como detective en Barcelona. Mientras está sacando fotos de una infidelidad, presencia un asesinato. Sin desearlo, se verá envuelta en una trama de corrupción donde una de las víctimas es alguien a quien conoce demasiado.
Dylan es un policía que está llevando a cabo una venganza a sangre fría, que no duda en seducir a la hija de su enemigo para cabrearlo, pero que de repente tiene un testigo: una detective demasiado indiscreta.
Sin que ninguno de los dos lo pretendan, Malena y Dylan sienten una fuerte atracción el uno por el otro.
Extractos:
Bajó sus manos hasta la cintura por encima del vestido. No encontró nada. La prenda, por el tacto y su manera de pegarse a la piel de la joven, parecía llevar un elevado porcentaje de licra. Cachearla a través de esa tela elástica era perturbador; pues no ocultaba nada del cuerpo de Ana, más bien lo realzaba. Era como si en vez de ser un policía trabajando fuera un voyeur que disfrutara del tacto robado de una mujer que no era la suya. Su respiración se agitó y tuvo que concentrarse para devolverla a un ritmo normal. Dejó sus palmas apoyadas en la estrecha cintura de la joven mientras se calmaba y, después, la rodeó. Sintió contra sus dedos un delicioso y firme estómago plano femenino, con las abdominales forzadas por la postura y no pudo evitar usar toda la mano y dejarla allí inmóvil unos instantes, para sentir cómo se agitaba el vientre de la mujer a causa de su propia respiración alterada. A continuación, comenzó a ascender hacia sus pechos, un lugar donde era demasiado sencillo esconder tanto una pequeña arma blanca como un poco de droga.
Demoró sus dedos justo al entrar en contacto, a través de la ajustada tela del vestido, con el aro del sujetador. Todavía no había rozado esos pechos, esos que no podía ver pues sus ojos estaban fijos en la pareja de la joven, en ese niñato que iba drogado y que no dejaba de realizar pequeños movimientos nerviosos como si estuviera a punto de separarse del coche. Una pena que se estuviera perdiendo el registro...
—Tú, gira la cabeza y observa.
—¿Señor? —No separó la frente del coche.
—Que gires la puta cabeza y mires.
Alguien entró en la habitación. De espaldas a la ventana, un brazo cubierto por lo que parecía una cazadora oscura de cuero apagó la luz de la mesilla. Frustrada, incapaz de ver nada, Malena siguió mirando a través del objetivo de su cámara. De inmediato, un súbito fogonazo iluminó el cañón de una pistola y una mano enguantada.
—¡Mierda! —gritó Malena.
Tiró su cámara sobre el asiento de al lado y se abalanzó hacia la manilla de la puerta.
Tarde.
Para cuando salió del vehículo y cruzó la calzada desierta, el atacante ya se había ido. Se había marchado por la ventana, que ahora estaba abierta de par en par, con la cortina blanca descorrida y agitándose por la brisa que entraba a la habitación desde la calle.
Sus palabras de bienvenida se quedaron en su boca cuando ella, sin quitarse las botas, se subió a la cama para tomar sus labios en un beso profundo y avasallador.
Su amante estaba arrodillado sobre las sábanas, con su delicioso trasero apoyado contra sus talones. Mientras le besaba, dejó escapar un sonido gutural de deleite y llevó su mano libre a ese culo, apretándolo con fuerza, dejando que sus dedos chocaran contra la increíble dureza de sus prietos músculos.
¡Señor!
No le amaba, tan solo le caía bien. Pero cómo la ponía ese trasero tan bien formado. Y esa polla siempre dispuesta para ella.