Zeven presentía que su vida estaba a punto de cambiar. ¿Cuándo? ¿Cómo o de qué manera? Lo ignoraba. Hasta el momento en que vio entrar a Eitham en la base del Mishkal. Sin embargo, nunca imaginó que vería al Juez del Destino y mucho menos que este quisiera intervenir en el devenir de su larga espera. No le asustaba tanto la muerte como la posibilidad de seguir viviendo sin sus compañeros de vida. Habiendo conocido la armonía y la alegría, le costaba cada vez más vivir el siguiente minuto de su existencia. Se había acostumbrado a vivir en el pasado y solo moverse en el presente, esperando y aguardando el futuro.
El Mishkal, en solo dos horas perdió a la elite de sus mejores guerreros, Zeven, Eitham, Adam, José, Dron y Ade, todos desaparecidos bajo toneladas de escombros. Los equipos de rescate dieron por perdido a cualquier ser vivo que estuviera en aquella tumba urbana. Nadie podía haber salido con vida.
¿Realmente estaban todos muertos o solo habían ido en busca de su destino?
Quizás solo había llegado el tiempo del futuro para Zeven, Eitham, José y Dron.